El valor de levantarme temprano

Si, hay que tener valor para  levantarse temprano, sobre todo si hace frio, si hay cansancio o desvelo. Aquí me refiero  otro valor. Al darnos cuenta de cuánto vale levantarse temprano, qué podemos ganar al levantarnos temprano... El valor que yo he encontrado a levantarme temprano es la calma

Viví muchos años con el  ser más madrugador del universo...Todos los días- léase de Lunes a Domigo- se levantaba mucho antes del amanecer para comenzar sus actividades...Yo aprendí este hábito, primero por costumbre y necesidad (Me costaba muuucho trabajo)  y después,  por gusto.

Me levantaba temprano (muchas veces sufriendo)  para prepararme para ir a la escuela , a trabajar...  lo típico: baño, arreglo, desayunar...una serie de actividades una tras otra para salir con el tiempo medido para atravesar la ciudad y llegar puntual  a la escuela u oficina...varios años de lo mismo, levantarme temprano para hacer más cosas

Cuando inicié la practica diaria y personal de yoga preferí hacerlo por las mañanas, así que debía levantarme un poco más temprano para además de todo lo anterior hacer varias posturas... En ese entonces, la cualidad que ponía a mis actos era hacer, hacer, hacer... a veces con prisa, a veces con la inercia de la rutina ó para que "rindiera" el día, pero casi siempre con la sensación de deber correr para.....

Con el tiempo transforme esa "rutina"  en un "ritual"... Converti esa  facilidad para levantarme temprano, sin molestia,  en un espacio para mi... He descubierto que al levantarme temprano tengo oportunidad de generar la calma y la tranquilidad que requiero para el resto del día: La primera hora es para mi, para dedicar mi atención a calentar agua para un té, comenzar a preparar el desayuno, sentarme serenamente a beber mi té, sorbo a sorbo, percibir su aroma,  sentir su sabor en mi boca;  sentarme frente a la ventana, ver las montañas, el cielo...  escuchar los sonidos que me rodean ...prender una vela, sentarme en mi tapete, sentir y escuchar  mi respiración, inhalar y exhalar sin prisa por lo que sigue, sintiendo mi cuerpo, su peso, temperatura, posición; bajando  la velocidad del pensamiento... Y una vez que me sumerjo en el resto de mis actividades del día, que salgo a la calle, que me traslado a otros sitios, que doy mis clases, trato con otras personas, procuro  extender esa sensación de calma al resto del día...y aunque hay días que no sucede, yo hago mi parte...

Esto no ha sucedido de un día para otro, ha sido un proceso, un reconocer de estos estados que ya están dentro de nosotros;  quitando el "ruido" propio y el de afuera para tocar la calma; llamarla desde el hacer, pero no sólo por hacer, si no viviendo el momento, sintiéndome,  estar ahí, presente...agradecida por la vida, agradecida de ver amanecer, de moverme, de respirar; agradecida por encontrar él camino a  la calma   ...Aprecio esta "herencia" de mi padre.

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